
Ayer tuve una revelación. Más bien ha sido una confirmación. Me levanté con la lluvia, o sea, con las sábanas pegadas con loctite y pocas ganas de ná. Cogí el coche y cuando llegué a destino, me tiré 20 minutos (por lo menos) dando vueltas para aparcar, en una ciudad donde impera la ley de la jungla (y del peregrino, que estos días salen de debajo de las piedras...), y sólo hay tres calles sin "Ora": camiones en doble fila, contenedores estratégicamente colocados allí donde una ve un sitio estupendo para aparcar... total, que se me fue decorando el humor, vaya, que se me puso negro, negro.
Pasaron las horas y la cosa no iba a mejor. Ni siquiera pensar en el próximo viaje a Paris (si la nube de ceniza lo permite) me ponía de buen humor. Y cuando esto sucede puedo llegar a ser un poco "ñú": estoy seria, con el ceño fruncido, y toda opinión sobre el mundo de alrededor se resume en "eso le pasa por gilipollas". O sea, que el chalao de Psicosis resultaría más encantador que yo en un dia como este. Y entonces me pregunto... qué día del mes es hoy? y doy con la respuesta, estoy de lleno en el síndrome premenstrual....
El día continua gris, pero en un determinado momento, y sin razón aparente, la nube tormentosa que me pesa sobre la frente se disipa, así, sin más. Es un "click" y todo mi cuerpo y mi mente se relajan de repente y empiezo a hablar por los codos, como si el resto del dia hubiera tenido puesta una mordaza que me lo impidiera, y suspiro aliviada.
Y a qué conlusión llegué hoy en medio de este rebumbio de sensaciones? pues que las mujeres somos un coctail hormonal con patas, un torbellino de la naturaleza. Sandra, una compañera de trabajo y amiga fiel, dice que "ellos" cuando se casan no lo hacen con nosotras, sino con un saco de hormonas. En un mes podemos tener hasta cuatro humores distintos, como las fases de la luna. Y tiene más razón que una santa. Todo está en nuestro cerebro, y en ello radica el origen de la famosa frase "a las mujeres no hay quien las entienda", que, sin ánimo de caer en tópicos ni topicazos, es verdad verdadera (como Yoigo). Para ellos, afortunados donde los haya, seres de hormona pausada y estable, es imposibe entender semejante montaña rusa de humores y sensaciones. ¡Y es normal! Sufren, por ello, sin entenderlo, los días en los que la lágrima fácil se afana por asomar cada 10 minutos, los días de ceño fruncido, o los días de pijama y polar tirada en el sofá sin ganas de ná.
Por eso les dedico este post a los hombres, chicos, niños, que comparten con nosotras estos días y todos los demás de nuestras vidas, y que acaban siendo normalmente las víctimas de esta "hormona loca" que capitanea nuestro cerebro. No nos lo tengais en cuenta, ¡no tiene solución!
Sé que a vosotras no os he descubierto nada nuevo, así que seguid con vuestras felices y hormonadas vidas. Al fin y al cabo esta es otra más de las cosas que nos hacen maravillosas, no?
Sed felices!