domingo, 21 de febrero de 2010

La National Gallery y Lady Jane



El pasado mes de noviembre hicimos un viaje relámpago a Londres en el que disfruté como una enana. Es una ciudad impresionante, llenísima de vida, y absolutamente llena de tópicos británicos, no podía ser de otra manera.
Llevábamos poco tiempo, así que tuvimos que elegir al menos un museo para visitar, y yo lo tuve claro: La National Gallery, ya sabeis lo que me gusta la pintura.
Trafalgar Square, a la que se abren sus puertas, resultó ser un rincón impresionante, con Nelson en las alturas, sus fuentes y su arquitectura.
Pero lo mejor de todo fue la experiencia del museo, que nada tiene que ver con ninguno de aquí. Entras por aquella puerta y sientes que estás entrando en una de aquellas exposiciones de curiosidades del siglo XIX, pues la sala que te acoge alberga varias decenas de pinturas, de diversas épocas y autores, superpuestas unas a otras en la pared. Lo único que tienes prohibido es hacer fotos, pero nada de detectores de metales, ni arcos de seguridad... ni pagar en taquilla por la entrada! El acceso es totalmente gratis... son ingleses, pienso yo.
Luego, leyendo la guía del museo, que por cierto, es una joya, me entero de que se abrió al público en 1824, y que desde un principio se pensó que debía estar abierta no solo a artistas y copistas, sino también al gran público; incluso el parlamento insistió en que se admitieran niños, porque si no, los pobres, que no pueden permitirse niñeras, no tendrían la posibilidad de entrar. Y la idea de situar la galeria en el corazón de Londres se debió al deseo de "satisfacer las necesidades de la gente que no puede tener obras maestras, ese amplio grupo de personas poco relacionadas con el arte, pero que sienten deseos de saber, y que al estar muy ocupadas con los negocios, a veces disponen de una hora libre, pero nunca de un dia entero". Me parece un ejemplo maravilloso de civismo y consideración.
Una vez dentro de semejante templo del arte, la colección es variada y se visita con rapidez. Y entre las muchas joyas que exhiben sus paredes está esta "Ejecución de Lady Jane Gray" de Delaroche, de 1833. Es de enormes proporciones y preside la pared opuesta a la entrada de una de las ultimas salas, llamándote para que te acerques. No en vano es uno de los cuadros más populares de la Galeria. Y me hizo darme cuenta de lo mucho que me gusta la pintura del XIX: enseguida me vinieron a la memoria los cuadros expuestos en la ampliación del Museo del Prado, como el Fusilamiento de Torrijos, de Gisbert.
La pintura de Delaroche recoge los últimos momentos de la vida de Jane Gray, el doce de febrero de 1554, a los diecisiete años. Era nieta de Enrique VIII y fue proclamada reina a la muerte de Eduardo VI, protestante como ella. Y reinó durante nueve días en 1553, hasta que las intrigas de los partidarios de la hija católica de Enrique VIII, Maria Tudor, hicieron que Jane fuera declarada culpable de traición y condenada a morir en la Torre de Londres.

Ya sólo por la historia que encierra, colmada de tragedia y "romanticismo", hacen de este lienzo un indispensable en mi lista.

2 comentarios:

  1. Que dignidade á hora de morrer! Aí é onde se ve a realeza.E, ademais, que pose, que caída de brazos, que pelo en fervenza fronto-lateral, esa venda... Moito teñen que aprender os reis de aquí.

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