Un mes de desconexión...

Estas tres semanas en Albarracín han sido como unas largas vacaciones. E intensas. Nos metimos en una especie de Casa de Gran Hermano de la restauración diez personas de sitios igualmente dispares pero con un montón de cosas en común y una necesidad importante de desconectar del anterior mundo laboral y de hacer catarsis.
Y lo hicimos: nos conocimos, nos fuimos entendiendo y nos reimos un montón.
Pusimos verdes a nuestros antiguos jefes, nos lamentamos de nuestra situación laboral a coro y nos reimos un poco más.
Tomamos claritas y cañitas, y tostas, y nos mojamos con los chaparrones.
Fuimos a las oportunidades de El Corte Inglés en Teruel.
Cogimos trenes y autobuses para presentarnos a exámenes de oposiciones que no queremos aprobar, esperamos ansiosas y en vano tocar una pintura mural real, nos reimos un poco más, soñamos con tostadas en el desayuno, escalamos murallas y conquistamos cascadas... y además aprendimos algo más sobre nuestro oficio.

Lo mejor de todo? la gente.
Tere y su Socuéllamos "querido" y toda la alegría que lleva encima. Ruth, mi "maja" particular, y su historia de amor hispano-holandesa; las Anas siempre juntas detrás de las pantallitas de sus ordenadores; Noemí, espectacular compañera de habitación y futura agricultora ecológica; Marta, la mata-familias, con su ritmo vital desenfrenado (New York, Marruecos... se me olvida algo?); Beti la experta en piedra, siempre con las manos en movimiento y la melena al viento (y hemos hecho un pareao!); y por último me quedo con Pablilla, que tiene amigos en todas partes y un "yo también" siempre a punto, y Ana, que vino con el termostato defectuoso y en esas clases acabó de estropeársele! Niña, mándame una postal, aunque sea virtual cuando tengas el Baptisterio limpio, eh?
Fue un placer pasar tres semanas con gente como vosotras, a ver si no tardamos en encontrarnos de nuevo!



Besitos a todas!