Volví ayer de mi exilio semanal y de mi incomunicación. Por fin hemos conectado de nuevo internet, así que os escribo desde mi nuevo escenario: NUESTRA CASA.
Y curioseando el blog y los blogs que sigo, he encontrado dos seguidoras nuevas que me hace mucha ilusión tener por estos universos virtuales: Gudulina y Popo Desdémona, bienvenidas a "mi sitio", espero leeros con frecuencia.
Así que me dispongo, ante este maravilloso público, a desplegar mis artes narrativas para contarle al mundo lo que está siendo esta mudanza. Y digo "está siendo", porque tiene pinta de que va a durar por lo menos los próximos doce meses. Parece interminable, no dejan de aparecer cosas en cajas insospechadas. Y también de desaparecer, por supuesto. Lo primero en desaparecer fue la bolsa con mi ropa interior... llegué a pensar que había quedado en la escalera del antiguo edificio, a la espera del transporte, y de que a alguien con mano dispuesta le había resultado útil! Estuvo ausente tres días, pero por fin, ante la insistencia de mi madre, apareció al fondo de la caja más grande de todas...era de esperar.
Los vasos de cristal siguen sin aparecer, la ropa está amontonada en el nuevo armario, que resulta que no llega para mucho; esta mañana no encontraba la sal...
Un espejo de hace treinta años, rescatado de un faiado familiar, preside el baño, que sigue sin mampara en la ducha, y sin toalleros (que es posible que tampoco quepan...)
Estoy convencida de que esto va para largo. Y la presencia de gente extraña en mi casa también. Os cuento: la primera mañana que amanecí aquí, recibí innumerables visitas, todas necesarias pero igualmente indeseadas:
el albañil, hombre de pocas palabras pero derrochando fuerza bruta, que se ocupó de cambiarnos el plato de ducha que venía roto, y de paso dejarnos un bonito siete en la pared del pasillo a base de golpes. Un portento!
el carpintero, chico hacendoso (que no hacendado), que se vio obligado a recortar por los extremos la tarima recién colocada para evitar que nuestro salón se pareciera cada día más a los Pirineos, por la proliferación de cordilleras...
y el pintor, ejemplar éste digno de mención aparte, que lo hacía todo manualmente, a brochazo limpio y canturreando algun tango de su época subido a la escalera, sin preocuparse de si queda bien o no... a las doce y media desapareció, sin decir ni hasta luego, y a las dos y media volvió a aparecer, canturreando el mismo tango y con las mismas ganas. Me dejó unos brochazos superdecorativos en las cornisas, una colilla en el water y una peste a tabaco negro considerable, en mi casa de no fumadores.
y el chico de la cocina, que quiso apañar la encimera rota y la dejó peor aun, así que la historia aun no acabó, porque tiene que venir a cambiarla.
Por lo menos ya tenemos sofá para ver la tele por las noches, aunque para lo que hay que ver...
Así que aquí estamos, poniendo en orden nuestra vida, y acostumbrándonos a nuevas cosas, nuevos ruidos, nuevos olores... que no es fácil, eh? si de algo me he dado cuenta con estas dos últimas mudanzas, la de Carnota y esta, es que los cambios pueden conmigo. Todavía no me siento en mi casa, supongo que es normal. Estoy descolocada, echo de menos el pisito antiguo! nunca pensé que lo diría...
bueno, tengo muchos años para acostumbrarme...!
Gracias por la mención, Morla. :-P
ResponderEliminarY bienvenida al maravilloso mundo de "los repasos" (maldita jerga inmobiliaria...). A nosotros nos vinieron a pulir la cordillera del parqué del salón sin avisar, usando la llave maestra del constructor, y cuando ya teníamos dentro un sofá ¡blanco! GRACIAS AL OLIMPO EN PLENO se nos había ocurrido dejarlo envuelto, porque si no... No quiero ni pensarlo.
Ánimo con las cajas. Mi querida amiga y cobloguera Teodosia Idiosincrasia hizo la mudanza del siglo (qué digo del siglo: del milenio) hace un par de años y desde entonces se le ha quedado cara de caja, pero es muy feliz en su casita y tú también lo serás, sobre todo ahora que vuelves a tener bragas.
Bragas limpias e secas gracias a unha lavadora e unha secadora novas do trinque... das que tamén faltan os manuais de instruccións!
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