Sigue siendo una cuestión de educación. Ya lo dije aquí y lo mantengo. Porque en este país carecemos bastante de ella, no es ningún secreto.
Esta última semana he sido testigo directo de cómo la caradura y la sinvergüencería pueden minar el ánimo del profesor más entregado y vocacional. Porque lo tengo en casa.
Me acuerdo perfectamente de cuando en el instituto te matabas para sacar una asignatura y en aquel boletín no salía nada más grande que un "insuficiente alto", con pluses y flechas para arriba, pero que no llegaba a cinco. Y la sensación de "uy, casi", y el pataleo, y el "tienes que esforzarte más". Me iba para casa fastidiada pero convencida de que tendría que hacer algo más. Y lo hacía.
También me acuerdo de mi suspenso en física de segundo de BUP, a pesar de mi notable en química, y aquella certeza de que aquel año me tocaría ir a suficiencia. No quedaba otra. Y soy consciente de que al final no fui porque "me aprobaron" esa mitad de la asignatura, por lo que fuera, probablemente porque iba por letras y mi media se resentiría... por lo que fuera. Y le estoy agradecida, a quien fuese que dijo aquello de "esta niña tiene muy buen expediente, vamos a darle para arriba", porque soy consciente de que no me merecía el aprobado, y me lo dieron.
Y me da un poquito de vergüenza reconocerlo, pero fue así.
Pero atrás quedaron esos tiempos, señores.
Hoy el niño va al cole a pasar el rato y a que le aprueben la asignatura los profesores, que él con hacer acto de presencia ya tiene bastante.
Y estamos en estos tiempos en los que se cuestiona la profesionalidad de los maestros, sus horas de clase a la semana y se confunden términos. Porque los profesores están ahí para enseñar una materia, la educación se adquiere en casa. Vamos, estoy plenamente convencida de que si mi educación no viniera de mi casa, sino del centro en el que estudié, sería muy distinta.
Pero ese es otro tema.
A estos chavales de los que hablo, la educación aún no han empezado a dársela, y tienen casi 20 años, o se quedó por el camino. O sus padres confundieron educar con consentir, vaya usted a saber.
Porque ni estudian, ni respetan, ni saben dónde están los límites. Suspenden después de un año entero "rascándose los huevos a dos manos" (sin paños calientes y con todas las letras), sacan notas del tipo 1,2 en el examen de septiembre, y aún tienen más que decir. Y la culpa no es de ellos, no, pobres, es de su profesor que no les quiso aprobar.
Y patalean. Y se les vuelve a decir que no, que es imposible.
Y vuelven a patalear. Pero sigue siendo no, no lo entienden.
Y entonces vienen a patalear sus padres, exactamete igual que ellos, y defienden el 1,2 como si fuera un 9,5, y se les llama cabrones a los profesores que sólo están haciendo su trabajo. Y se les cuestiona. Y se enarbolan criterios políticos como si en este mundo todo se redujera a eso, a la política. Y se sacan los pies del tiesto sin miramientos...
Y el pataleo llega a las altas esferas, porque ven que a nivel "usuario" no tienen nada que hacer. Pero allá arriba sí tienen posibilidades, ¡vaya si las tienen! Porque al final allá arriba deciden que sus churumbeles pueden aprobar todo un curso con un 1,2, qué más dá lo que haya dicho el profesor.
Y los niños se van para casa con su cinco, y sus padres con una sonrisa que dan ganas de partirles la cara en el acto. Porque ganaron ellos. Así que está claro:
¡¡SEÑORES, NO SE ESFUERCEN, RECLAMEN AL ÓRGANO COMPETENTE Y APROBARÁN, SIN ESFUERZO, Y EN SÓLO TRES DÍAS!!
¿Es ese el mensaje que queremos dar a nuestros niños?, ¿que tienen la razón siempre, que el profesor ni pincha ni corta, que las cosas no cuestan un esfuerzo, que todo vale?
Hay cosas que no deberían tolerarse nunca.
Hay criterios que no deberían cuestionarse.
Hay unos principios, hay un esfuerzo, un trabajo bien hecho. ¿Pero de qué vale? De nada. En este mundo en el que vivimos el que se esfuerza es un pringao, y el que es más listo que nadie es el que gana.
Lo peor no es eso. Eso acaba por aceptarse, el mundo funciona así. Lo peor es ver a quien tienes en casa con esa cara, con esa preocupación, y con ganas de renunciar a todos sus principios.
No lo hagas, ... aún podemos cambiar el mundo!
tal cual.. acabo de vivirlo;su hija repite curso porque suspendió dos; lo vimos venir todos. Pero su letanía era "me suspendió" e hizo dudar a sus padres.... la madre no sé qué piensa, al padre le dejé claro que si no había hecho nada en todo el curso qué pretendía? no la habíamos visto el fin de semana anterior a los tres exámenes de septiembre salir viernes y sábado?? qué pretendía? pues pretendía aprobar "PORQUE SÍ" y por qué?? porque es lo que está viendo, porque es lo que está pasando; porque llega septiembre y, sobre todo, llegó junio y hubo varios aprobados como los que cuentas. Porque un porcentaje de veces muy pequeño el profe se equivoca; un porcentaje de veces muy grande, inmenso el alumno no se esfuerza y, mucho menos, sabe aceptar la responsabilidad del curso, siempre es la culpa de todos los demás
ResponderEliminarbesos, yo estoy en tu equipo. Habrá que seguir jugando
sigamos jugando pues....
ResponderEliminargracias!
Es desmotivador, increible, doy Gracias a Dios por no pertenecer a estas nuevas generaciones (con excepciones, como en todo). Es el mundo del revés y lo peor, sin duda, la actitud de los padres....
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